jueves, 1 de septiembre de 2011

Seis claves para hacer frente a la cuesta de septiembre

Los excesos de las vacaciones estivales, sumados a los gastos inherentes a la vuelta al trabajo y el regreso al cole, pueden mermar y constreñir el presupuesto familiar. En algunos casos, es probable que una vez concluido el periodo de asueto haya que hacer frente a las deudas contraídas en vacaciones. Para sortear esta situación y evitar desembolsos superfluos, resulta conveniente planificarse.
Por PABLO PICO RADA


En una reciente encuesta del instituto de estudios de mercado Ipsos, se indica que los españoles gastarán en las vacaciones de este año cerca de 1.800 euros de media (90 euros menos que en 2010). Inmersos en una crisis cuyo fin no parece cercano, cualquier medida de ahorro es un desahogo para la economía familiar. Esta se encuentra además muy mermada, no solo ante la falta de ingresos por la desorbitada tasa de paro actual (superior al 20%), sino por su notable endeudamiento. Tal y como refleja un reciente informe del Banco de España, la deuda de las familias volvió a aumentar en junio hasta situarse en 886.963 millones de euros.

Tras los excesos de la época estival, encarar un desembolso importante no es aconsejable
Para que la cuesta de septiembre se haga menos empinada, pueden ponerse en marcha una serie de fórmulas:

- Elaborar un presupuesto: tanto contabilizar los ingresos como descontar los pagos fijos es la primera de las medidas aconsejables para conocer y valorar las posibilidades y margen de maniobra. A ello se deberían añadir las previsiones de gastos y desembolsos no habituales. Así se consigue una aproximación lo más exacta posible a la cantidad de dinero de la que se dispone.

- Identificar los desembolsos innecesarios: conviene suprimir ciertos hábitos o sustituirlos por otros más baratos. Llevar un termo con café de casa, en vez de comprarlo en la cafetería, puede suponer un ahorro cercano a 25 euros mensuales, una cantidad que se multiplica de forma exponencial si se sustituye el menú diario por un táper (a unos 10 euros de media, al cabo del mes el gasto superaría los 200 euros).

- Aprovechar los descuentos, rebajas u ofertas y comparar precios: se debe buscar el ahorro, aunque en un principio parezca mínimo, tanto en alimentación como en energía (transporte, electricidad, gas...) o teléfono (comparar compañías, buscar mejores tarifas, limitar el uso..). Y, por supuesto, en la equipación para la vuelta al cole, ya que solo los gastos del comienzo de curso rondan, según diversos estudios, 800 euros de media por estudiante. A largo plazo, pequeños recortes suponen una suma considerable.
Comparar precios en distintos establecimientos es la mejor forma de encarar una compra y obtener la mejor oferta.

- Posponer los gastos más elevados: después de los excesos de la época estival, encarar un desembolso importante puede no ser lo más aconsejable, ya que es factible que hayamos agotado gran parte del presupuesto en estos meses y lo que menos interesa es ahondar en el endeudamiento familiar.
En vez de recurrir al crédito mediante el uso de tarjetas (en estos momentos, dada la crisis de liquidez bancaria, resulta muy difícil obtener un crédito personal, con unos intereses prohibitivos), que profundizará en el gasto debido a los intereses de las mismas, sería recomendable esperar unos meses y ahorrar en la medida de lo posible para acometer la compra de un nuevo coche, televisor, mueble u ordenador.

- Controlar el gasto en ocio: el verano es una época proclive al derroche en este tipo de actividades, ya sea con el consumo en terrazas, bares de copas, excursiones, viajes, conciertos, eventos o espectáculos. Una vez pasado el periodo vacacional, controlar estos dispendios resulta muy recomendable para encarar con garantías el último trimestre del año. Además, las ofertas en ocio varían de manera considerable en función del día. Tanto en el teatro como en el cine, los días del espectador suponen una rebaja que puede alcanzar hasta el 40%.

- Buscar actividades alternativas: hay múltiples actividades que podemos sustituir por otras más económicas. Si bien en algunos casos no serán idénticas las prestaciones de una y otra, durante un periodo limitado pueden funcionar para recortar nuestros gastos. Cambiar la cuota del gimnasio por salir a correr al aire libre o practicar deporte con amigos o compañeros de trabajo supone un importante ahorro, no solo por el gasto mensual o anual, sino también por el gasto de inscripción que exigen estos centros.






Fuente: Consumer.es

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