sábado, 25 de septiembre de 2010

EXPOSICIÓN TEMPORAL: LA CEREMONIA DEL FUEGO; JESÚS PEÑAMIL

DEL 11 DE SEPTIEMBRE AL 31 DE OCTUBRE 2010

Allí donde descansa la atenta vigilia, donde la desesperación se hace insoportable, donde la obsesión se llama rigor y la belleza dicta su mandato, habita, alrededor de una hoguera, la creación.

Al calor y la luz de las llamas el artista oficia “la ceremonia del fuego”. Es entonces el momento de la alquimia, la intuición y la verdad desposeída. Después de la hoguera, solo quedarán, el humo que por siempre habitará en la memoria, y la ceniza que se llevará el viento.

Jesús Peñamil sabe del humo, la memoria, la ceniza... y al dictado de estos conocimientos busca materiales, innobles para la mayoría, pero tesoros para algunos iniciados en la ceremonia del fuego, y los amasa junto con las emociones propias y ajenas en cajas-objeto y en pequeñas esculturas que contienen, además de emociones, velados mensajes. Quizás su objetivo sea la belleza, quizás el equilibrio, pero seguro que lo es contar pequeñas historias patrimonio de su memoria, de la memoria de los objetos y de la memoria del espectador. Cuando las tres memorias confluyen, se produce el emocionante milagro de la comunicación.

Jesús Peñamil disfruta también de la equívoca ceremonia de la palabra y de la capacidad que ésta tiene de sugerir pero también de confundir, de la capacidad que tiene de hacer revivir aquello que forma parte de la pequeña historia personal de cada día.
Sus obras contienen todos los significados de cada una de las palabras utilizadas, además de elementos tanto materiales como emocionales, deviniendo este conjunto en pequeños altares donde se oficia el sacrificio de los significados y de lo particular, en aras de una mayor transcendencia y de una obra total.

Bajo una primera mirada se podría catalogar la obra de Jesús Peñamil como escultura, también como pintura objetual o como poesía visual. En cualquier caso, yo estoy seguro de que él disfruta de todos los medios puestos a su alcance y los utiliza con total libertad para conseguir aquello que desde siempre persigue y que confiesa nunca conseguir: oficiar la ceremonia del fuego y encontrar el equilibrio, la belleza y el sentido en todo lo que nos rodea.

Fuente: Web Museo Arqueológico de Cacabelos

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