El artista berciano Tomás Bañuelos trabaja estos días en su taller de Fabero, junto a la actriz Aida Folch, en la creación de más de un centenar de esculturas que se utilizarán en el rodaje del próximo film de Fernando Trueba. En Fabero se cocinan estos días algunos de los detalles de la próxima película del cineasta Fernando Trueba, «El artista y la modelo». De las manos del escultor berciano Tomás Bañuelos y su equipo saldrán más de un centenar de esculturas, pinturas y bocetos que se utilizarán en el rodaje de este film, que está previsto comience en septiembre. Al fondo de su taller, en un rincón, tras una tela negra y ajena a miradas indiscretas, la actriz Aida Folch también «desnuda» su alma para meterse en la piel de la modelo.
Bañuelos explica que la oportunidad de trabajar con Trueba surgió del propio interés del director por asesorarse sobre cómo era el trabajo del escultor y, por ello, requirió su ayuda. «Me encanta la colaboración con Fernando, aparte de la sensibilidad por informarse, que eso ya pone un punto a su favor, no quiere meter la pata y es muy fácil en este tipo de películas, incluso en grandes producciones, que no se documenten y al final pues se vea una obra de muy poca calidad, por eso me resulta tan interesante ese compromiso de Trueba por hacer una obra seria», apunta el escultor.
Y es que «El artista y la modelo», cuyo guión ha sido escrito por Trueba junto a Jean Claude Carrière -"colaborador de Buñuel y Berlanga y guionista de otras grandes películas como «El tambor de hojalata» o «La insoportable levedad del ser»-, estará ambientada en la Francia ocupada por los nazis en los años 40, para abordar de forma personal el encuentro entre un viejo artista y su modelo mientras viven momentos muy diferentes de su vida. «Su película está basada en la época de Maillol, es su escultor referente pero no es una película autobiográfica y él requirió de mí sobretodo para informarse del trabajo del escultor», puntualiza Tomás Bañuelos.
Así, a partir de ese primer contacto, surgió la posibilidad de que fuera también el artista faberense el encargado de crear todas esas esculturas, dibujos, pinturas y bocetos que se emplearían como atrezzo en la película, ya que Bañuelos trabaja como profesor en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense y tiene un contacto continuo «con alumnos, con becarios y con gente con capacidad para resolver esto». Un equipo de cinco personas participan en este proyecto, entre las que se encuentra su hija, que ha seguido sus pasos y también es licenciada en Bellas Artes.
Por exigencia del guión . «Todos manejan el lenguaje de la escultura, todos dibujan, todos han trabajado con modelo del natural y es un proyecto que les gusta porque es muy cercano a lo que están realizando habitualmente», explica Bañuelos, que también destaca que hay que hacer un gran número de obras porque en la marcha de la película, por exigencias del guión, habrá que destruir muchas y, si hay que repetir tomas, muchas más. «El guión exige que el artista en sus desvelos por trabajar, esa inseguridad que da la propia creación, destruya muchos de ellos», explica.
«Aprovechando la oportunidad del verano y que yo me iba a instalar aquí en Fabero, en la zona industrial, pues ponía en marcha mi estudio y al mismo tiempo traía a mi pueblo algo distinto, poco habitual», señala Bañuelos, que ya piensa en la posibilidad de hacer en el futuro unos cursos de verano. «Entonces podíamos arrancar y aprovechar este trabajo como un impulso para poner en marcha los cursos de verano, pero sin serlo, con alumnos de confianza para ponernos a trabajar haciendo las esculturas, pinturas y bocetos y aprovechando la generosidad del la actriz», añadió.
La protagonista del film, Aida Folch -"que ya trabajó antes junto a Trueba en «El embrujo de Shangai»- también está estos días en Fabero para preparar su personaje junto al equipo de Bañuelos, para el que es «todo un privilegio» contar con ella «para adecuar las obras a su rostro y a su físico». Para esta joven actriz, este proyecto supone «un gran reto» porque, confiesa, nunca ha posado y trabajar para artistas le está suponiendo «una experiencia totalmente nueva». «Me está dando la oportunidad de adelantarme un poquito a la película y practicar lo que es posar como posa una modelo», apunta Folch.
En la piel de la modelo. «La verdad, está siendo duro, no me había imaginado que era tan difícil, es un trabajo complicado que requiere concentración y muy minucioso», reconoce la actriz, que espera que «salga algo muy bello de esta experiencia». Y es que para ella la palabra Trueba lo dice todo. «Me dice que sí, ya no es solo por el guión, a Fernando Trueba le debo mi nacimiento en el cine, le debo todo. Con Fernando, fuera este guión o fuera otro, me iría al fin del mundo», alaba Folch, que comparte protagonismo con el actor francés Jean Rochefort, que interpretará al artista, y Claudia Cardinale.
En la piel de la modelo. «La verdad, está siendo duro, no me había imaginado que era tan difícil, es un trabajo complicado que requiere concentración y muy minucioso», reconoce la actriz, que espera que «salga algo muy bello de esta experiencia». Y es que para ella la palabra Trueba lo dice todo. «Me dice que sí, ya no es solo por el guión, a Fernando Trueba le debo mi nacimiento en el cine, le debo todo. Con Fernando, fuera este guión o fuera otro, me iría al fin del mundo», alaba Folch, que comparte protagonismo con el actor francés Jean Rochefort, que interpretará al artista, y Claudia Cardinale.
Dice sentirse afortunada de formar parte de este proyecto, en el que llevan trabajando seis años para hacer un film que, en su opinión, es «muy especial, arriesgado y muy bonito». «Tiene mucho que ver con el arte, con lo natural, con el cuerpo, la belleza, la naturaleza, la cotidianeidad», explica Folch, que adelanta que se rodará en francés, en blanco y negro, con luz natural y localizaciones en la naturaleza. Así, confiesa tener ganas de conocer más los paisajes de El Bierzo, aunque el trabajo en el estudio por ahora está siendo muy intenso. «No me gustaría irme sin haber conocido un poquito más», asegura.
Esta es una nueva experiencia para Bañuelos que reconoce que el cine y el arte «son mundos muy paralelos pero, por otra parte, también muy diferentes». Y es que, confiesa, el conocido como séptimo arte es para todos los artistas plásticos un mundo «muy sugerente». Mundo del que Tomás Bañuelos ya forma parte gracias a Trueba, aunque no necesite oír «¡un, dos, tres, rodando!» porque él ya «habita» dentro de la piel de un escultor, un artista de carne y hueso y a tiempo completo.
Fuente: Diario de León
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