La sala de exposiciones de la Casa de las Culturas de Bembibre, acoge la exposición De latón de latonera del artista leonés Paco Arias.
La exposición está centrada en el retrato femenino y el paisaje natural.
Las obras están realizadas con materiales reciclados como hierro,
latas, tapones, pizarras y cristales, y estará abierta del 9 de Julio al
3 de Agosto, de lunes a sábado en horario de 10 a 13.30 h. y de 17 a
19.30 h.
Paco Arias nace en
León en 1965, realiza estudios de topografía en la Universidad de
Madrid, actividad que abandonará definitivamente en la década de los
años ochenta del siglo pasado. En este momento eufórico y clave para el
desarrollo de la cultura española en sus diferentes ámbitos es cuando
inicia la actividad plástica. En León este efecto dinamizador y creativo
se producirá pero con menor intensidad y con un leve retraso.
De formación fundamentalmente autodidacta, estudio en la
Escuela de Arte de León y realiza cursos de grabado desde 1997 hasta
1999 en San Lorenzo del Escorial y en 1999 en el Instituto Leonés de
Cultura.
Sus primeros pasos los da de la mano de un realismo muy
descriptivo y naturalista de tipo simbólico, donde la perspectiva, la
profundidad de campo, la degradación tonal y la utilización de un
delicado dibujo serán los componentes esenciales, como se puede observar
en su obra gráfica realizada al aguafuerte y aguatinta, titulada
“Unicornio”, correspondiente a la década de los noventa. Esta pieza
plantea un nuevo camino que es, la secuencia de tipo narrativo, aunque
no lo desarrollará en lo sucesivo, sí bien es cierto que tanto la
literatura como la poesía inundarán y serán puntos de referencia
substanciales de su obra posterior, junto con la música.
La ruptura con este modelo inicial de elaboración, le
llevará de una forma inmediata hacia una nueva concepción de
percepciones y formalizaciones. Un nuevo territorio plástico, en el cual
será protagonista primigenia la realidad, pero planteada como una
alteración de la misma, que se ve sometida a una simplificación y
esquematización formal que consigue transformar el dibujo y la línea en
los protagonistas del plano pictórico, llegando en algunas ocasiones a
una plasmación casi abstracta en sus obras. Estos dos elementos se verán
complementados por la aportación de un cromatismo muy intenso, pleno de
ricos y sutiles matices, utilizado con gran lucidez. Los paisajes
naturales, las ciudades, los jardines, las bestias fantásticas, los
animales, la mitología, la religión, la figura humana o el retrato
femenino se convertirán en una fuente inagotable y al mismo tiempo
fundamental de su quehacer creativo. Se podría decir que sus propuestas
se sitúan de lleno en ese espacio de tensión entre la realidad sugerida y
la abstracción lírica, esos territorios explorados magistralmente por
los grandes maestros Vassily Kandinsky y Paul Klee. Paco se mantiene
firme y fiel en esa encrucijada de caminos, priorizando la
representación formal de la realidad por medio de la transformación de
la misma al generar imágenes sugerentes, de gran riqueza simbólica y con
una enorme carga poética. Poco a poco el collage se convertirá en un
principio estructural de su cocina pictórica, alcanzando la textura
matérica una nueva dimensión, al incorporase en sus composiciones con
mayor intensidad y protagonismo.
En la muestra organizada por el Instituto de Estudios
Bercianos, organismo que viene realizando un magnífico y encomiable
trabajo en la difusión y potenciación de los creadores tanto de origen
berciano como residentes en el Bierzo, se observa un cierto salto o
cambio cualitativo en su trayectoria. El retrato femenino se convierte
en el eje de la misma, sin dejar de hacer hincapié en el paisaje natural
centrado en este caso en el estudio del árbol, tema que desarrolla en
la serie “paisagem”. En el caso del retrato, nos propone algunos más
descriptivos (“Madama Pizarr con estrella” o “Madama blanca”) que nos
sugieren el tratamiento esquemático y sintético de algunos retratos de
Henry Matisse, y en los cuales el dibujo lineal y la mancha plana de
color son los protagonistas esenciales; y otros en los que prima lo
matérico, la textura, la expresión gestual, hasta casi desdibujarse la
figura llegando a una cierta expresión informalista, y que nos evocan en
cierto sentido algunos retratos de Manolo Valdés (“Dama con tocado
blanco” de 1992 o “Retrato con marco” de 1993).
En estas últimas propuestas la materia se apropia de la
esencia formal y compositiva. El objeto cotidiano convertido en material
reciclado, es el elemento clave que facilita la configuración plástica
de la obra, dotándola de un cierto sentido Pop. El pliegue, el doblez y
la soldadura servirán para que el hierro alcance la definición formal de
la línea descriptiva, mientras que las chapas, vidrios y papeles
facilitan la definición de las manchas planas de color matizadas,
definiendo un amplio y complejo mundo de texturas, que aportan una gran
significación a la materialidad.
Sin duda una muestra de gran interés que confirma la
evolución plástica en el trabajo de Paco Arias, gracias a su tenacidad y
constancia.
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