La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aesan), dependiente del ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad, ha endurecido las recomendaciones sobre el consumo de hortalizas, crustáceos y pescados por su elevado contenido en mercurio (grandes peces), cadmio (crustáceos) y nitratos (hortalizas).
Según una información del diario El País, la Aesan recomienda ahora que embarazadas y menores de tres años no consuman nada de pez espada, tiburón o atún rojo, y que los niños de 3 a 12 años no superen los 50 gramos a la semana.
Esto de debe a que las grandes especies, situadas en lo alto de la cadena trófica del mar, acumulan en sus tejidos grasos el mercurio que absorben de sus presas en su forma más tóxica (metilmercurio). El metal, generado en gran medida por la actividad industrial, es ingerido luego por el hombre, y puede provocar alteraciones graves en el desarrollo neuronal del feto y de los niños de corta edad.
Por su parte, las hortalizas absorben nitrato de la tierra y por el uso intensivo de abonos, sobre todo las verduras de hoja ancha como espinacas y acelgas. Por este motivo, la Aesan recomienda ahora que no se incluyan estas dos hortalizas en la dieta de los bebés menores de un año. Y, en caso de hacerlo, que no supongan más de un 20% del total.
En cuanto a los crustáceos, la Aesan ha sido menos severa en cuanto a su consumo. Así, recomienda que no se abuse en la ingesta de las cabezas de estos animales porque esa es la parte que concentra la mayor cantidad de cadmio. Se trata de un metal pesado generado por la minería y la industria que se encuentra en altas dosis en el marisco, que lo concentra en sus vísceras (en el caso de gambas, cangrejos y crustáceos como el buey o el centollo estas se sitúan en la cabeza). El metal se agarra al hígado y al riñón de los humanos y puede causar disfunción renal. Sin embargo, la carne de de apéndices y abdomen no es peligrosa, y por ello la recomendación sólo se aplica a las cabezas.
Fuente: FACUA
Según una información del diario El País, la Aesan recomienda ahora que embarazadas y menores de tres años no consuman nada de pez espada, tiburón o atún rojo, y que los niños de 3 a 12 años no superen los 50 gramos a la semana.
Esto de debe a que las grandes especies, situadas en lo alto de la cadena trófica del mar, acumulan en sus tejidos grasos el mercurio que absorben de sus presas en su forma más tóxica (metilmercurio). El metal, generado en gran medida por la actividad industrial, es ingerido luego por el hombre, y puede provocar alteraciones graves en el desarrollo neuronal del feto y de los niños de corta edad.
Por su parte, las hortalizas absorben nitrato de la tierra y por el uso intensivo de abonos, sobre todo las verduras de hoja ancha como espinacas y acelgas. Por este motivo, la Aesan recomienda ahora que no se incluyan estas dos hortalizas en la dieta de los bebés menores de un año. Y, en caso de hacerlo, que no supongan más de un 20% del total.
En cuanto a los crustáceos, la Aesan ha sido menos severa en cuanto a su consumo. Así, recomienda que no se abuse en la ingesta de las cabezas de estos animales porque esa es la parte que concentra la mayor cantidad de cadmio. Se trata de un metal pesado generado por la minería y la industria que se encuentra en altas dosis en el marisco, que lo concentra en sus vísceras (en el caso de gambas, cangrejos y crustáceos como el buey o el centollo estas se sitúan en la cabeza). El metal se agarra al hígado y al riñón de los humanos y puede causar disfunción renal. Sin embargo, la carne de de apéndices y abdomen no es peligrosa, y por ello la recomendación sólo se aplica a las cabezas.
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