Angelina o el honor de un brigadier, de E. Jardiel Poncela
Teatro Municipal Bergidum
Viernes, 15 de octubre. 21 horas
Teatro Municipal Bergidum
Viernes, 15 de octubre. 21 horas
Duración: 90 minutos. Precio único: 20 euros. Entradas a la venta
Angelina o el honor de un brigadier es una divertida farsa de Enrique Jardiel Poncela, uno de los mejores dramaturgos españoles del siglo XX, en la que, tras la disparata trama argumental, se satiriza el mundo sentimental o posromántico de finales del siglo XIX. La pieza llega al Bergidum en una cuidada y ambiciosa producción dirigida por Juan Carlos Pérez de la Fuente con Chete Lera, Soledad Mallol y Jacobo Dicenta encabezando un amplio reparto.
Entre finales de 1932 y principios de 1933, Jardiel trabaja en Hollywood como dialoguista y adaptador para la Fox. Posteriormente vuelve a colaborar con el estudio norteamericano en una serie de seis cintas que lleva por título Celuloides rancios, y que no es otra cosa que un ciclo de melodramas mudos, muy artificiosos, a los que Jardiel ha añadido divertidos comentarios. Los mecanismos que entran en juego en estos folletines —la estilística de la intriga, el lance imprevisto— inspiran al escritor un proyecto teatral que estrena en 1934: Angelina o el honor de un brigadier (1934).
El resultado es una de las obras más delirantes y originales del dramaturgo madrileño, pionera dentro del teatro de humor en España, por sus aportaciones vanguardistas al lenguaje, su originalísimo concepto del humor, y la renovación en los comportamientos sociales de sus personajes. Sobre el telón de fondo de 1880, con sus duelos a pistola, sus damitas de salón, sus caballeros engominados, sus militares, sus batallas y todo el oropel que quedaba del Imperio, Jardiel va más lejos. Sabe que un tiempo nuevo llama a la puerta y con el mecanismo preciso de su humor explosivo se atreve a ofrecernos nuevos puntos de vista sobre el conflicto del varón burlado, el drama del donjuanismo o la incipiente emancipación de las mujeres.
Una vuelta de tuerca magistral sobre la eterna lucha de contrarios: padres/hijos, marido/mujer, progreso/inmovilismo, tradición/vanguardia. Al escribir Jardiel este drama en verso, no sólo crea una de las mejores piezas del teatro de humor de todos los tiempos, sino también una obra excepcional, de gran actualidad, con conflictos del siglo XXI, pero muy arraigados en la cultura española.
El melodramático argumento cuenta cómo Angelina, hija de don Marcial, el brigadier, se escapa con Germán el día de su petición de mano. Su padre y Rodolfo, el novio abandonado, les persiguen. Don Marcial se bate en duelo con Germán y le hiere, enterándose entonces de que su mujer, Marcela, le estaba engañando también con el mismo galán. El brigadier ve su honor mancillado y decide tomar medidas drásticas… La puesta en escena abunda en la teatralidad de la pieza, usando telones pintados y luces de candilejas, y cuenta con un espléndido reparto en el que destaca Chete Lera en el personaje del ofendido brigadier decimonónico. “Jardiel trae humor nuevo, el tinglado de la antigua farsa cruje y descubrimos atónitos que lo que relucía no era oro, es latón. Renovarse o morir, aunque morir de risa”, dice el director de la pieza.
Angelina o el honor de un brigadier es una divertida farsa de Enrique Jardiel Poncela, uno de los mejores dramaturgos españoles del siglo XX, en la que, tras la disparata trama argumental, se satiriza el mundo sentimental o posromántico de finales del siglo XIX. La pieza llega al Bergidum en una cuidada y ambiciosa producción dirigida por Juan Carlos Pérez de la Fuente con Chete Lera, Soledad Mallol y Jacobo Dicenta encabezando un amplio reparto.
Entre finales de 1932 y principios de 1933, Jardiel trabaja en Hollywood como dialoguista y adaptador para la Fox. Posteriormente vuelve a colaborar con el estudio norteamericano en una serie de seis cintas que lleva por título Celuloides rancios, y que no es otra cosa que un ciclo de melodramas mudos, muy artificiosos, a los que Jardiel ha añadido divertidos comentarios. Los mecanismos que entran en juego en estos folletines —la estilística de la intriga, el lance imprevisto— inspiran al escritor un proyecto teatral que estrena en 1934: Angelina o el honor de un brigadier (1934).
El resultado es una de las obras más delirantes y originales del dramaturgo madrileño, pionera dentro del teatro de humor en España, por sus aportaciones vanguardistas al lenguaje, su originalísimo concepto del humor, y la renovación en los comportamientos sociales de sus personajes. Sobre el telón de fondo de 1880, con sus duelos a pistola, sus damitas de salón, sus caballeros engominados, sus militares, sus batallas y todo el oropel que quedaba del Imperio, Jardiel va más lejos. Sabe que un tiempo nuevo llama a la puerta y con el mecanismo preciso de su humor explosivo se atreve a ofrecernos nuevos puntos de vista sobre el conflicto del varón burlado, el drama del donjuanismo o la incipiente emancipación de las mujeres.
Una vuelta de tuerca magistral sobre la eterna lucha de contrarios: padres/hijos, marido/mujer, progreso/inmovilismo, tradición/vanguardia. Al escribir Jardiel este drama en verso, no sólo crea una de las mejores piezas del teatro de humor de todos los tiempos, sino también una obra excepcional, de gran actualidad, con conflictos del siglo XXI, pero muy arraigados en la cultura española.
El melodramático argumento cuenta cómo Angelina, hija de don Marcial, el brigadier, se escapa con Germán el día de su petición de mano. Su padre y Rodolfo, el novio abandonado, les persiguen. Don Marcial se bate en duelo con Germán y le hiere, enterándose entonces de que su mujer, Marcela, le estaba engañando también con el mismo galán. El brigadier ve su honor mancillado y decide tomar medidas drásticas… La puesta en escena abunda en la teatralidad de la pieza, usando telones pintados y luces de candilejas, y cuenta con un espléndido reparto en el que destaca Chete Lera en el personaje del ofendido brigadier decimonónico. “Jardiel trae humor nuevo, el tinglado de la antigua farsa cruje y descubrimos atónitos que lo que relucía no era oro, es latón. Renovarse o morir, aunque morir de risa”, dice el director de la pieza.
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